En la última película de Chloé Zhao abundan los planos en steadycam al atardecer siguiendo a su protagonista en su vagar como un fantasma por la América profunda de las autocaravanas. Este medio de transporte y de vida es el eje que vertebra Nomadland y, si bien el eco del Malick más contemplativo resuena en cada uno de esos momentos flotantes, casi etéreos, también ese interés antropológico del Herzog de Stroszek parece estar aquí. Comparto esa curiosidad pero no la emoción. La película no me conmovió, pese a sus bondades, empezando y acabando, por supuesto, por una descomunal Frances McDormand.
Drama