La primera (esto tuve que corroborarlo varias veces) película del dramaturgo francés Florian Zeller podría parecer otro producto de laboratorio con todos los ingredientes para arrasar en premios (drama sobre una enfermedad con actores de primera línea, banda sonora de autor de prestigio y envoltorio, en general, premium). Nada más lejos de la realidad. El padre está rodada con un gusto exquisito y, aunque nos resulte manido el recurso del cambio de personajes, coloca al espectador en una posición en primera persona que estremece. Un inmenso Anthony Hopkins nos pone el corazón en un puño hasta la catártica secuencia final.
Drama