Con El agente invisible como culmen del despropósito en el que se ha enrocado el cine de acción a la hora de montar y destruir set pieces, Bullet Train sigue la senda y trae un cúmulo de secuencias a cada cual más inverosímil que la otra. Afortunadamente, la película basada en la novela de Kotaro Isaka posee una trama que, aunque confusa, mantiene el interés gracias a sus personajes y los macguffins que encierra. Una mezcla del Ritchie de Snatch y del Tarantino de Kill Bill, pasadísimo de vueltas y con la rémora de la inverosimilitud como ya mal endémico.
Acción