Jaime Rosales se sirve esta vez del costumbrismo para seguir la vida de Julia, una veinteañera en busca de su lugar en el mundo. De interpretaciones portentosas (Anna Castillo respira verdad en cada gesto y palabra; Oriol Pla infunde pavor), la película prefiere tomarse en serio al espectador para usar a su favor el mejor de los recursos: la elipsis. En la película trazamos puentes mentales, creciendo dentro de nosotros por lo que no cuenta. Como en la extraordinaria Closer (Mike Nichols, 2004), importa más el inicio y el final que lo que hay en medio de cada momento vital.
Drama