El casi siempre sorprendente Darren Aronofsky tira de unidad de espacio para volver a explorar uno de sus temas preferidos, las segundas oportunidades. Esta vez rescata a un Brendan Fraser gigantesco en todos los aspectos para retratar a este, en otro tiempo, modélico padre, caído en desgracia desde un terrible suceso. Ciertamente la película resulta original en su planteamiento y mantiene el interés (considero a Aronofsky un director con sentido del ritmo), pero pierde fuelle cuando la empatía se impone al morbo hacia ese hombre postrado. Al final me invade esa sensación de que la historia pudo dar para más.
Drama