John Carney sigue cultivando su particular género de «cine indie no musical con música», con el que llegó a la gloria con películas como Begin Again y, especialmente, Once. Esta vez tenemos producción a cargo de Apple, previo peaje de bochornoso product placement, aunque su habilidad para los golpes cómicos y la empatía con sus personajes sigue brillando con todo su esplendor. Flora and Son, con esa retranca de clase trabajadora, no deja de ser cine amable que deja cierta sensación de fraude. Lo bueno es que sabe jugar con la ambigüedad (¡esa frase en los créditos finales!) para combatirlo.
De autor