Todo lo que ha hecho que nos tiremos de los pelos por haber tenido que esperar 40 años hasta un nuevo largometraje de Víctor Erice está en Cerrar los ojos, aunque aquí los simbolismos, las búsquedas y la sabia mirada del vizcaíno parecen recordar la situación vivida por él mismo tanto en El sur como en el proyecto nonato de La promesa de Shanghai. Su particular ajuste cuentas se percibe en la propia trama o en ese sur que, aquí sí, se abre ante nosotros en toda su plenitud. Una película magistral, que se cuece lentamente hasta la emoción desbordante.
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