Solo unos días después de padecer el reboot de Twister, compruebo cómo en Fly me to the moon se reproduce el sempiterno síndrome de «acumular hasta agotar», ahora en el drama. Señores de Hollywood: la épica y la set piece hay que cocerlas a fuego lento o si no o su impacto quedará reducido a cero. Estamos obviando ciento treinta años de cine y tres mil años de narrativa por el algoritmo, que solo pide escritura a tiralíneas. Su elenco fallido (limitadísimo Tatum), sus arritmias e incluso su discreta banda sonora tampoco ayudan: esta película en los 90 ganaría enteros.
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