Diez años después de Under the skin, la anterior película de Jonathan Glazer, el británico explora las posibilidades el offscreen en la irregular pero subyugante La zona de interés. Característica que define la esencia del cine, el fuera de campo expande su alcance hasta el infinito de nuestra imaginación. Aquí nos adentramos en la vida de una familia de nazis a pocos metros de un campo de exterminio. El horror permanece en elipsis a través del sonido, en un ejercicio que produce un efecto perturbador en su yuxtaposición con las imágenes presenciadas. Montaje intelectual que haría las delicias de Eisenstein.
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