Hay algo que me maravilla y me repatea al mismo tiempo en Luca. Nunca me quedará claro si la ambigüedad en las interpretaciones posibles de la película del italiano Enrico Casarosa ha sido por imposición de Disney (no olvidemos que son abanderados supremos del policorrectismo) o por esa fascinante ambición humana por crear historias universales. Si su mensaje no me quedó claro, ¿es culpa mía o de la película? Interesante debate. Por lo demás, Luca es un divertimento fresquísimo, con esa calculada precisión para agradar a públicos de toda edad que tan bien trabaja Pixar. Para pasar un buen rato.
Fantasía