El cine, cuando desprende verdad, es capaz de esconder en sus entrañas cualquier género imaginable. Podríamos hablar de suspense e incluso terror aunque esta película esté a años luz de sus coordenadas, gracias al realismo de todas y cada una de las actuaciones de sus «modelos» (en el sentido bressoniano del término), de la fotografía granulosa y de la puesta en escena desprovista de cualquier artificio. Eliza Hittman nos mantiene el corazón en un puño, mostrando sin posicionarse pero acercándose más y más, para entregarnos una mirada desnuda y precisa como la de un microscopio, sobre un tema tan controvertido.
De autor
Vaya, es la primera vez que visitó el sitio y me ha gustado mucho la forma en que han escrito la crítica.
Me quedaré a leer un poco más. Buen trabajo.
¡Gracias, Guillermo!