Rivales es de esas películas que llevan el estilo casi a la categoría de la arrogancia. Luca Guadagnino parece empeñado en que su huella se sienta en cada fotograma y, por ello, puede resultar excesivo en ciertos momentos. Lo bueno es que sabe contenerse (salvo, quizá, en cierta escena de aroma wongkarwaiano y el clímax final, más cercano a Oliver y Benji que al Sergio Leone que, imagino, pretende homenajear) y construye, con su sabiduría de perro viejo y uno de los mejores trabajos de montaje del año, una historia muy disfrutable con la profundidad emocional marca de la casa.
Drama